La contaminación electromagnética es tan omnipresente en nuestra sociedad que incluso se ha acuñado ya el término "estrés electromagnético", que agrupa patologías de muy diversa índole, que a simple vista parecen no relacionarse entre sí . Algunas de las anomalías causadas por las radiaciones aparecen sólo en aquellos casos de exposición a campos intensos pero otras, por el contrario, pueden ser provocadas por instalaciones de poca o muy poca potencia.
Sus efectos se traducen en depresión, irritabilidad y desequilibrios emocionales, así como disfunciones del sistema inmunológico, lo que nos hace más vulnerables a las enfermedades. Aunque por lo general no nos afecte de forma inmediata, sus efectos biológicos son acumulativos, deteriorando paulatinamente la calidad de vida. Aunque en niños, ancianos, embarazadas o personas enfermas los efectos perniciosos de la contaminación electromagnética pueden manifestarse a corto plazo. Los dos órganos más afectados por los campos electromagnéticos externos son el corazón y el cerebro, al funcionar ambos por impulsos eléctricos.
Principales alteraciones que producen a todas las personas, en mayor o menor grado:
- Dolores de cabeza
- Fatiga matinal
- Depresión
- Incremento del stress
- Irritabilidad y alteraciones del comportamiento (agresividad).
- Alteraciones del sueño, insomnio.
- Perdida de memoria, retardo en la toma de decisiones, mente en blanco
- Palpitaciones y vertigos, ansiedad
- Astenia (pérdida de vitalidad).
- Disminución de la actividad sexual.
- Pérdida del apetito.
- Alteraciones cardiovasculares.
- Alteraciones en el ciclo menstrual.
- Opacidad del cristalino, lesiones de la retina, del epitelio y del estroma.
- Alteraciones en el córnea.
- Alteración de la espermatogenesis.
- Alteraciones endocrinas.
- Alteración del sistema sanguíneo y de la inmunocompetencia.
- Aumento del riesgo de leucemia.
- Aberraciones cromosomáticas.
- Alteración de los mecanismos celulares e infracelulares.
- Abortos y malformaciones durante la gestación.